El Bisfenol A: ¿Un problema de Salud Pública?
El bisfenol A (BPA) es un compuesto químico empleado en productos de uso corriente. Numerosos estudios científicos han evidenciado efectos adversos sobre la salud animal y humana, lo que ha llevado a varios países a prohibirlo o limitar su uso. En la Unión Europea (UE), la EFSA (European Food Safety Authority) ha rechazado modificar la ingesta diaria admisible (IDA), establecida en 0,05 mg/kg de peso vivo, como habían solicitado muchos científicos relacionados con la investigación de los efectos de este compuesto, que abogaban por su prohibición. En medio de la discrepancia, la Comisión optó por prohibirlo en biberones desde Junio de 2011.
Ciertos envases de plástico pueden constituir una fuente de exposición al BPA. Foto: Belchonock (123rf.com)
¿Qué es el Bisfenol A? Usos
Sintetizado por primera vez en los años treinta cuando se intentaba desarrollar un estrógeno sintético, fue pronto desplazado por otros más potentes, como el dietilestilbestrol (DES). Es precisamente su capacidad estrogénica uno de los motivos por los que se le considera perjudicial.
Pero más adelante, el BPA despertó el interés de la ciencia por su capacidad de polimerización y su utilidad en la industria del plástico, especialmente para la basada en el policarbonato. Así, se emplea en juguetería, equipos médicos (empastes y selladores dentales, aparatos de diálisis, incubadoras...), envases para bebidas o comidas, biberones, equipos eléctricos y electrónicos (enchufes, placas de circuito impreso de ordenadores y teléfonos móviles), en construcción (terrazos con resina, pinturas o tuberías), bienes domésticos como refrigeradores, tintas, adhesivos, recubrimientos y un largo etcétera de productos. Otros bisfenoles como el bisfenol F también son empleados con profusión. El peligro que para los bebés supone la difusión durante el calentamiento de los biberones ha sido establecido por Brede [-1-], peligro que es extensible a los plásticos que se usan para envolver alimentos, desde donde igualmente el BPA puede liberarse [-2-].
Niveles de exposición
Se sospecha que existe una importante exposición a este compuesto a partir de los envases de alimentos y bebidas [-3-]. Pero no es el único compuesto con capacidad disruptora que se encuentra en dichos envases; así, en una investigación llevada a cabo en Alemania se detectó contaminación estrogénica en el 60% de las muestras de agua mineral comercial, con una actividad suficiente como para aumentar la tasa de reproducción del molusco Potamopyrgus antipodarum: entre los compuestos estaban algunos ftalatos y el antimonio [-4-].
En las botellas de bebida, es la hidrólisis de los enlaces éster de BPA que contiene el policarbonato, lo que ocasiona su liberación al contenido líquido que contienen; han sido criticados los estudios que indicaban lo contrario, por la escasa sensibilidad de los métodos empleados en los mismos [-5-]. El BPA atraviesa la placenta humana [-6-] [-29-] lo que es de capital importancia en relación con los efectos que se derivarán de la exposición intrauterina en la edad adulta.
Reacciona con sustancias cloradas presentes en el agua de bebida, dando lugar a bisfenoles clorados, que pueden acumularse en grasa corporal [-7-]. Así, el bisfenol A fue detectado en el 50% de las muestras de tejidos adiposos de mujeres del sudeste de España, en este caso acompañado de derivados clorados [-8-].También se ha podido constatar su presencia en otras localizaciones orgánicas, como sangre y cordón umbilical [-9-], con mayor concentración en sangre fetal que en sangre materna [-10-].
Queda claro, pues, que el nivel de exposición humana al bisfenol A, y a otras sustancias disruptoras, es importante. Ello tiene unas consecuencias para la salud que son objeto de un enconado debate en el que se van abriendo paso las tesis de muchos investigadores sobre la peligrosidad de este compuesto.
Efectos sobre la salud. La controversia.
En lo concerniente a los disruptores endocrinos, hay algunos aspectos que centran la discusión en el ámbito científico. Uno de estos puntos es el efecto de las dosis mínimas, o teoría de las curvas dosis respuesta no monotónicas. Por lo que respecta al BPA, se ha comprobado que una mínima concentración incrementaba la velocidad de desarrollo de las células embrionarias, mientras que dosis 100.000 veces mayores la disminuían [-11-] [-12-].
Existe una gran controversia en el mundo científico en torno a los efectos que el BPA puede causar en la salud humana. Así, la discusión sobre una relación dosis-respuesta de tipo no monotónico, con el consiguiente efecto perjudicial incluso a dosis mínimas [-5-], es uno de los puntos que generan polémica entre los científicos y las Agencias Alimentarias estatales o supraestatales, cual es la EFSA europea.
Problemas metabólicos: Puede inducir síndrome metabólico [-13-] y aumenta los depósitos adiposos en ratones [-14-]; se sospecha, además, que pueda incrementar el riesgo del padecimiento de diabetes tipo II y de problemas cardiovasculares [-15-].
Hay que añadir que la alteración provocada por el BPA sobre los genes morforreguladores de la familia HOX pueden implicar que una exposición neonatal conlleve una imposibilidad en la respuesta uterina a los esteroides ováricos en la edad adulta [-16-].
Cáncer: Se suceden las investigaciones que apuntan a un importante papel del BPA en relación con el cáncer. La expresión del gen p53 (supresor de tumores) en peces era dificultada tras la exposición repetida a bisfenol A y otros contaminantes, debido a que la continuidad terminaba por suprimir su expresión, lo que puede predisponer al padecimiento de enfermedades tumorales [-17-]; así, el cáncer de mama podría comenzar con la exposición intrauterina a compuestos como el BPA: a edades tempranas ya observaron en ratonas expuestas la aparición de hiperplasias [-18-].
La formación de aductos entre BPA y ADN en tejidos hepático y mamario también apunta hacia su posible papel en la carcenogénesis [-19-].
Hay estudios que asocian la exposición in utero al BPA con alteraciones en el desarrollo mamario en hembras de roedores así como con una mayor susceptibilidad a la aparición de tumores [-20-]; el aumento de la susceptibilidad al cáncer prostático por influencia del BPA también ha sido documentado [-21-].
El Instituto Nacional de Salud (NIEHS, NIDCR) y la EPA (Environmental Protection Agency) convocaron a un panel de expertos científicos con experiencia en el campo de los disruptores endocrinos ambientales, particularmente con conocimiento en investigación sobre el BPA.
La conclusión fue que el BPA tiene un papel importante en la carcinogénesis, tras examinar evidencias disponibles sobre efectos en humanos y en modelos animales [-22-].La exposición fetal puede ser suficiente para inducir el desarrollo de neoplasias estrógeno-sensibles en la glándula mamaria [-23-].
Efectos genotóxicos: Aneuploidía, endorreduplicación, una forma de poliploidía inducida por el bloqueo del ciclo celular en la fase G2, e intercambio de cromátidas hermanas han sido atribuídos a la acción del BPA [-24-] puede afectar de otros modos, como por ejemplo, inhibiendo la transcripción mediante su unión al receptor estrogénico
gamma, que es activador de la misma [-25-].
Han sido hallados mayores niveles de BPA en madres de niños con anomalías cromosómicas que en las de aquéllos sin dichas anomalías [-26-].
Efectos sobre la reproducción: Ha sido relacionada la exposición a BPA con el adelanto de la pubertad [-27-], con la poliquistosis ovárica [-28-], con la infertilidad [-29-] y con la caída en la producción de esperma [-30-], entre otros efectos.
Efectos neurológicos y sobre el comportamiento: Han sido descritos efectos como hiperactividad en ratas [-31-] o alteraciones en la expresión de la aromatasa a nivel cerebral durante el desarrollo fetal, lo que afecta a la masculinización del cerebro de la progenie de sexo masculino [-32-] y su consiguiente feminización. Además, el BPA ha sido asociado con potenciales efectos en el cerebro y sobre la conducta en niños y jóvenes [-33-]. En noviembre de 1995, un grupo de expertos internacionales reunidos en Erice, Italia, advirtió quque los compuestos disruptores endocrinos, a los niveles encontrados en el ambiente y en seres humanos, ponen en peligro el desarrollo del cerebro; exigieron un esfuerzo investigador internacional sobre el asunto e insistieron en la extrema sensibilidad del cerebro en desarrollo a la disrupción química y en el peligro de daños permanentes en los niños, que pueden manifestarse como reducción de la inteligencia, problemas de aprendizaje y de atención e intolerancia a la tensión.
La controversia
En un artículo publicado en la revista JAMA [-34-], varios científicos urgían a las autoridades estadounidenses a poner freno a los daños que esta sustancia causa, para lo que tomaban como ejemplo a Canadá. Señalaban que el BPA causa efectos perniciosos para la salud a dosis inferiores a las que se consideran seguras. Son muchos los científicos que solicitan medidas en este sentido, basándose en numerosísimas investigaciones.
En Dinamarca, y hasta tanto se disponga de más pruebas, había sido prohibido el BPA en artículos para niños de cero a tres años, decisión parecida a la adoptada por Francia; y en Canadá también han sido desplazados del mercado los artículos para alimentación infantil elaborados a base de policarbonato; decisiones en el mismo sentido han sido adoptadas en EEUU, tras el informe derivado del estudio llevado a cabo dentro del Programa Nacional de Toxicología, en el que se exponían motivos de preocupación sobre posibles efectos neurológicos en fetos, lactantes y niños expuestos a los niveles actualmente considerados seguros. El eco ha llegado a Australia, donde se han acordado medidas restrictivas.
¿Contradice la Comisión a la EFSA? En cierto modo, parece que sí; la Comisión argumenta que los biberones son especialmente peligrosos por el proceso de calentamiento que sufren.
Sin embargo, y por lo que respecta a Europa, la EFSA (European Food Safety Authority), que ya en 2008 había considerado que la ingesta diaria admisible (IDA), establecida en 0,05 mg/kg de peso corporal por día, no supone peligro alguno para el consumidor y que los niveles de migración de BPA hacia los alimentos en contacto con los envases es menor de 10 microgramos/kg, por debajo del establecido reglamentariamente, ha emitido un nuevo informe en septiembre de 2010 [-35-] en el que desestima los requerimientos efectuados por científicos especializados en BPA. Rechaza los estudios publicados sobre el tema entre 2007 y 2010 en la literatura científica: cuestiona los trabajos realizados mediante administración parenteral, así como los estudios transversales que relacionan el BPA con enfermedad coronaria y desórdenes reproductivos en el hombre y los que indican efecto neurotóxico. Señala que el BPA es más rápidamente eliminado en humanos que en roedores, confía en la glucuronidación placentaria para la limitación del efecto por exposición intrauterina y desprecia la derivada de la lactación y desacredita los experimentos que señalan una curva dosisrespuesta no monotónica. En cuanto a los estudios que relacionan esta sustancia con el cáncer de mama, el informe establece que se necesitan nuevas investigaciones.
Sin embargo, la Comisión Europea, de acuerdo con los estados miembros, en el marco del Comité Permanente para la Cadena Alimentaria y la Salud Animal prohibió el uso de bisfenol A, en biberones de plástico desde Marzo de 2011; para la distribución de esos productos, la fecha límite era el 31 de Mayo del pasado año. Surge la duda sobre si esta decisión debió tomarse antes, como se reclamaba desde el campo de la investigación.
¿Contradice la Comisión a la EFSA? En cierto modo, parece que sí; la Comisión argumenta que los biberones son especialmente peligrosos por el proceso de calentamiento que sufren.
Lo que parece claro es que las investigaciones continuarán y que la discrepancia entre numerosos científicos y las autoridades sanitarias no va a cesar, pues la distancia que separa a ambas partes en el tema es considerable. En los próximos años, sin duda, el bisfenol A y otros disruptores endocrinos (plaguicidas, metales pesados, dioxinas, bifenilos polihalogenados, ftalatos...) coparán un campo cada vez mayor en el ámbito de la prevención en Salud Pública.
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