El Largo viaje euroasiático de la veterinaria antigua y medieval
La transferencia del conocimiento científico a sido una constante en todas las civilizaciones. Gracias a la comunicación científica entre diferentes pueblos y lenguas, se han logrado grandes avances en la historia de la humanidad. Las traducciones de los contenidos a las lenguas receptoras de los mismos, han supuesto nuevas aportaciones en materia lingüística, y una renovación general en el patrimonio tecno-científico local que, a su vez, lo revitaliza y exporta al exterior generando nuevo conocimiento. Esto sucedió, en particular, en el convulso periodo que abarca de finales de la Edad Antigua, con la caída del Imperio Romano, hasta la consolidación de los reinos cristianos de Occidente, donde la transmisión de los fundamentos sobre salud animal juega un papel relevante.
La veterinaria en la Edad Antigua y Medieval bebió de los sólidos principios que Hipócrates, Galeno y Dioscórides habían construido, generando lo que hoy conocemos como la teoría hipocráticogalénica. Los diferentes pueblos que se habían desarrollado con las expansiones proto-indoeuropeas en toda Eurasia, ya llevaban un fuerte contingente de “cultura equina” a sus espaldas. Pero es con el mundo griego, cuando podemos hablar de los fundamentos de la historia de la ciencia, donde proliferan diferentes autores que escribirán sobre la cría, identificacióny tratamiento de las enfermedades de los caballos. La convivencia simultánea de practicantes grecolatinos, se traduce en una coexistencia terminológica entre el “veterinarius” latino y el “hippiatros” griego, que pronto se decantó hacia la palabra de raíz helena. La hipiátrica triunfante, fue una de las muestras más relevantes de que la ciencia en la antigüedad fue dirigida desde Atenas, y no por Roma.
El período de mayor producción manuscrita sobre hipiátrica se sitúa en una etapa de crisis del Imperio Romano, cuando comienzan a temblar las fuertes estructures militares en el flanco oriental. Entre los siglos III y IV dC, un grupo de conocedores del mundo del caballo, explicaron
cómo tratar las enfermedades de los equinos, motivados por un contexto en que la infantería romana comienza a resquebrajarse en la parte oriental. La presión de los pueblos de las estepas y del imperio persa, condicionan el advenimiento de una nueva era: la Caballería. Los griegos Eumelus, s.III dC, Apsytrus, Theomnestos, Hierocles, Hippocrates - no médico - s. IV dC; y los romanos Pelagonius y Anatolius, también del s. IV dC, constituyen el núcleo duro de las compilaciones que los bizantinos llevaron a cabo en su “Corpus Hippiatricorum Graecorum”.
Los textos reunidos en el Corpus, tuvieron contenidos diferenciados según el tipo de destinario al que tenían que dirigirse: amplio y erudito para los dignatarios, y abreviado y práctico para los que ejercían la profesión de cuidado de la salud animal. Sin embargo, la estructura expositiva era la misma: relación alfabética de cada enfermedad, su descripción sintomatológica y tratamiento, según la opinión que cada autor clásico daba de la misma. La hipiátrica bizantina, se expandió por el Próximo Oriente y los reinos centroasiáticos, bien por las demandas existentes en estos países de conocimientos sobre la ciencia de curar al caballo, o por las luchas iconoclastas que impulsaron a algunos científicos y practicantes, principalmente nestorianos, a emigrar. De ello se aprovecharon muchos de los centros de irradiación científica persa e islámica, que florecieron entre el Mediterráneo y el Caspio. En la Península Arábica ya existía una fuerte tradición equina, concentrada en el conjunto de conocimientos bautizados con el término “Furusiyya”. Las disciplinas vinculadas al caballo que abarcaban eran amplias y variadas, comprendiendo desde la equitación, uso de las armas, tiro arco, práctica del polo, caza, cetrería, hipología, e hipiátrica.
Fruto de esta confluencia, aparecen los primeros tratados helenizados sobre furusiyya: Ibn Akhi Hizam s. IX dC, de origen persa, escribe su “Kitab al-furusiyya wa-lbaytara” [Tratado sobre caballería e hipiatria]. Recordemos que “al-baytar” es la traducción del griego “hippiatrós”, que evolucionará hacia el castellano “albéitar”.
La literatura animalística y veterinaria islámica, floreció entre los califatos Omeya y Abbásida, llegando a su máxima expresión con los mamelucos en el s. XIV. Efectivamente, con la aparición de Abu Bakr al-Baytar i su “Kāshif hamm alwayl fī maʻrifat amrāḍ al-khayl”, se expone
la integración de fuentes grecolatinas, islámicas y védicas, que enriquecerán los tratados escritos hasta el momento.
El islam llegó a las puertas del Valle del Indo, y se establecieron numerosos contactos con practicantes de la salud animal.
El islam llegó a las puertas del Valle del Indo, y se establecieron numerosos contactos con practicantes de la salud animal. Los hipiatras de la india fundamentaban su práctica en la literatura védica, y su sistema de salud conocido como “Ayurveda”. Dichos conocimientos, contaban con una tradición milenaria específica sobre el tratamiento de los caballos "Asvâyurvedasiddhânta", y se atribuían a un personaje que aparece en la épica del “Mahâbhârata”, conocido como "Salihotra”. A partir de entonces, todos los practicantes veterinarios del continente indio se denominarían con este apelativo. Los puntos fuertes de la veterinaria india eran la farmacia vegetal y el diagnóstico ocular. Se tiene constancia, de que muchos califas utilizaron practicantes salihotras en sus cortes, para avanzar en técnicas desconocidas, e incrementar los tratamientos de la materia médica que Dioscórides había elaborado previamente.
El imperio islámico también contactó con la antigua civilización china. Siglos atrás, Alejandro Magno había abierto un camino de intercambio comercial y cultural que todos conocemos como la “Ruta de la Seda”. Inicialmente, la práctica de laveterinaria china estaba algo retrasada, debido a una cabaña equina poco apta para la lucha y el transporte. Sin embargo, esta situación cambió con la llegada de la Dinastía Han. Entre los siglos III aC- III dC renovará sus contingentes caballares, adaptándolos a un régimen en expansión. Las primeras evidencias de una práctica veterinaria en China, las encontramos en la Dinastía Zhou, con la construcción de los primeros hospitales veterinarios en el s. IV aC. Si bien, como en la India, existe un personaje cuasi legendario: Bo Lee, al cual se le atribuye la domesticación del caballo y la invención de la acupuntura. Las principales aportaciones de la veterinaria china, desde el punto de vista occidental, radican en el estudio de los diagramas e incisiones del caballo, que algunos autores han realizado recientemente: “Majing kongxue tu” [Diagrama de las aperturas e incisiones del caballo clásico] de la dinastía Tang s. VIII-X dC, y en “Bo Lee Zhenjing”. Las coincidencias existentes en la comparación con los mapas de sangrías y cauterizaciones del occidente medieval e islámico, demostrarían la existencia de un marco euroasiático de conocimiento, que se materializaría entre los siglos XIII y XIV con el Imperio Mongol. Hasta ahora, se ha hablado de la literatura hipiátrica basada en la salud de los caballos. Sin embargo, existe otra importante tradición de conocimiento veterinario, sin la cual no se podría explicar en su totalidad el legado veterinario del mundo antiguo y medieval. Son los tratados de caza en que se estudian, preferentemente, los cuidados y enfermedades de los perros y aves de presa que intervenían en las actividades cinegéticas.
En Bizancio, Demetrios Pepagomenos, médico de la corte de Miguel VIII Paleólogo en el siglo XIII dC, escribe dos obras clave “Cynosophion” y “Hierakosophion”, que tendrán un peso específico en su fusión con la literatura islámica y su posterior recuperación en el renacimiento occidental. Los pueblos árabes, con influencia persa importante, atesoraban una amplia experiencia sobre el mundo de la caza y el cuidado de los animales que intervenían en la misma. Sus autores principales: s IX: Umar al-Bayzar “Kitab al-yabarih” [Libro de los animales que cazan]; Hunayn ibn Ishaq (Moamin) “Kitáb al-mutawakkil“ [Tratado de cetrería]; s. X: “Kitab al-bayzara” libro de cetrería dedicado al califa Al-Aziz; y en el s. XIV: Ibn Mangli “Una al-mala bi-wahsh al-fala” [Caza en desierto], son una muestra de los textos que tuvieron un papel destacado en la bibliografía de caza, muy importante en el occidente medieval.
Mientras tanto, en el mundo de la cristiandad, después de un periodo de “oscuridad científica”, se promovió una reforma educativa y cultural dirigida por el emperador Carlomagno. A partir del s. VIII dC , una red de escuelas monásticas y episcopales, favorecieron la traducción de los clásicos grecolatinos a las lenguas nacionales de cada estado-nación. Un buen número de eruditos viajaron a los centros donde se depositaban las fuentes clásicas y sus versiones árabes. La Escuela de Traductores de Toledo, en el reino de Castilla, y la Salernitana, en el reino siciliano de la dinastía Hohenstaufen, se convirtieron en los principales focos de irradiación cultural de la ciencia antigua por todo el medioevo cristiano.
Los conocimientos veterinarios penetrarán por en occidente por dos frentes: la hipiátrica griega conservada en Bizancio y sus reductos del Véneto, transmitida a través de las cruzadas; y los libros de caza y cetrería, de origen islámico.
Los conocimientos veterinarios penetrarán por en occidente por dos frentes: la hipiátrica griega conservada en Bizancio y sus reductos del Véneto, transmitida a través de las cruzadas; y los libros de caza y cetrería, de origen islámico , incorporados por la doble vía ibérica e itálica.
Efectivamente, la veterinaria medieval occidental evoluciona desde los siglos XIII al XV, combinando fuentes heterogéneas, como el “Corpus Hipiatricorum”, “Geopónica”, traducciones de enciclopedistas como Alberto Magno y su versión del ”Animalibus” de Aristóteles. Los principales exponentes de esta tradición són: Jordanus Rufus “De medicina equorum”, 1250, apoyado por Federico II de Sicília; Teodorico Borgognoni “Mulomedicina” o “Practica Equorum”, 1285-87, dedicado al Papa Honorio IV; Pietro de Crescenzi “Oppus ruralium commodorum”, 1304- 1309, protegido de Carlos II de Anjou; Juan Alvarez Salamiellas “Libro de menescalia et de albeyteria et fisica de las bestias” fin XIV, que lo dedica a Carlos II de Navarra; y Manuel Dieç “Libre de la menescalia” 1420-1436, original catalán , mayordomo de Alfonso V el “Magnánimo”.
Sobre los libros de caza y cetrería del occidente medieval, se siguen las vías italiana y castellana que protagonizarán Federico II Hohenstaufen, que promueve la obra “De arte venandi cum avibus” (1240). Con fuentes de orígen árabe: “Kitab al-yabarih” [Libro de los animales que cazan] de Umar al-Bayzar ,s. IX dC, y el “Liber Ghatrif” de orígen persa s. VIII dC. Diez años más tarde, Alfonso X manda la redacción del “Libro de la Monteria” (1250) basándose en las fuentes del “Kitab al-mutawakkili” [Tratado de de cetrería] por Hounayn ibn Ishaq (Moamin), y el “Kitab al-djawarih” [Tratado de las aves que cazan al vuelo] de al-Hadjdjadi Ibn Khaythama , s. VIII dC. La literatura veterinaria se expandirá durante el Renacimiento en todos los reinos europeos, manteniendo los principios básicos hipocrático-galénicos que, con pequeñas adaptaciones, siguieron vigentes hasta bien entrado el siglo XIX. Las conclusiones a que podemos llegar al viaje que emprendimos en la Grecia clásica, allá en el siglo V aC, tiene una doble vertiente:
La productividad de la literatura veterinaria se dio principalmente en los siglos IV y XIV dC. Primero, por una demanda social existente en la reestructuración del ejército ecuestre romano. Después, por la convergencia de cuatro corrientes culturales que se dan cita a finales de la Edad Media: reinos cristianos, renacimiento bizantino, califato mameluco e imperio mongol.
Gracias a la síntesis de las diversas tradiciones científicas que protagonizó el islam medieval, bien con sus traducciones o adaptaciones de cosecha propia, fue posible la transmisión y renovación del legado grecolatino hacia el occidente medieval, y el impulso científico, y veterinario, que vivió el continente europeo durante el Renacimiento.
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