España forma más veterinarios que Francia y Alemania
Manuel Rodríguez Sánchez, ex decano de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid y ex vicerrector de la UCM, y su esposa, María Castaño Rosado, presidenta de honor del Colegio de Veterinarios de Madrid y catedrática emérita de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid (primera catedrática de Anatomía Patológica de España), forman un matrimonio representativo de la historia de la profesión en España.
Por: Cristóbal Peñate
Aprovechamos que han pasado unas jornadas en Las Palmas de Gran Canaria analizando un trabajo de tesis en la Facultad de Veterinaria de la ULPGC para mantener una entrevista con ambos.
Rodríguez Sánchez empezó a visitar la isla en 1992, “cuando el decano era Pedro Sancho, que contactó conmigo en noviembre del 91, en un viaje que hizo a Madrid. Me citó en la Facultad del Físicas, porque era profesor allí, y me propuso la posibilidad de venir aquí a ayudar al grupo de profesores, que era gente joven sin experiencia docente y además muy pocos. Acudía aquí dos veces cada curso, donde estaba unos quince días. Cuando venía concentraba un montón de clases. Tras repetir varios años empecé a dejar de dar clases para la licenciatura y venía a darlas de doctorado, hasta el 2004, cuando se interrumpió esta relación”.
Formó parte del núcleo fundamental de formación de las asignaturas clínicas porque era el punto más débil ya que en la Facultad, cuando se formó, las asignaturas de física, biología y demás la daban profesores de otras facultades, pero no había profesores de Veterinaria especialmente formados. Él llenó un hueco en la formación durante doce años y jugó un papel decisivo en la negociación para crear la Facultad de Veterinaria y las plazas de profesores en la época del rector Rubio Royo. La Facultad se creó en 1987 por decisión política del Gobierno autónomo presidido por Jerónimo Saavedra. “Creamos la estructura, los procesos de selección y la lectura de las tesis doctorales. Copiamos de la Complutense para hacerlo aquí”.
Fue decano de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid desde 1994 hasta 2003, año en el que se incorporó como vicerrector de la UCM en dos períodos de cuatro años con el rector Carlos Berzosa.
Formación en la pública
Piensa que la profesión está ahora en unos niveles envidiables. “Podemos competir con cualquiera de las facultades de países de nuestro entorno. La formación es buena. Yo recuerdo que la Facultad hace más de veinte años no tenía personal, ni materiales, ni espacio, no había nada. He visto cómo se ha ido desarrollando la nueva Facultad que se creó en la formación de los alumnos, de manera que hoy pueden estar orgullosos de que han conseguido hace ya unos años la acreditación europea. Hay una asociación europea que regula las enseñanzas que se hacen en la Facultad de Veterinaria. Te mandan a cinco expertos de nacionalidades distintas al país que se está evaluando y te hacen una revisión de arriba abajo. Al final, la Asociación Europea de Centros Veterinarios te acredita tras un minucioso examen. No todas las facultades lo consiguen. En Europa, el 50 por ciento de las facultades de Veterinaria no están acreditadas y ésta lo ha conseguido empezando de la nada, porque lo que había en Zárate era un bloque de pisos, el antiguo mercado de Zárate. Las enseñanzas que aquí se dan son convalidables en Europa”.
En España, la mayor parte de las facultades de Veterinaria están acreditadas. “Las que no están son las privadas y algunas más que no quiero citar. España y Portugal son los únicos países de la Unión Europea que tienen facultades de Veterinaria privadas, y eso es una verdadera aberración. Un estudiante de Veterinaria cuesta mucho dinero formarlo. Cuando yo era decano, cada alumno costaba cada curso 4,5 millones de pesetas de entonces: material, personal, prácticas… Si una privada te está cobrando el equivalente a 12.000 euros, ¿cómo se puede dar una formación que sea comparable con las universidades públicas? Es imposible”.
Por otro lado, en las universidades privadas son menos serios en cuanto al número de alumnos que se cogen. “En Las Palmas se matriculan unos 50 en el primer curso y en Madrid 150. Pero es que en las privadas cogen el doble y tienen la cuarta parte de profesorado y de condiciones. El nivel es muy bajo. Estamos en un país donde las cosas no se hacen como se deberían hacer porque el título que dan en esas facultades privadas le permite hacer clínicas a un señor que sale, igual que a los que salen de la Universidad de Las Palmas o de la Complutense con la acreditación europea. Pueden poner la misma clínica y cobrar lo mismo, aunque la formación sea mucho peor”.
El presidente del Colegio, Enrique Rodríguez Grau-Bassas, y el vicepresidente, Juan Luis Ramos Santos, flanquean al matrimonio formado por Manuel Rodríguez y María Castaño.
A su juicio, el grave error que se produjo en su día es que las enseñanzas universitarias se transfirieron a las comunidades autónomas, “de tal manera que la creación de facultades es el capricho del político de turno. El Gobierno central no puede interferir en ese asunto. Si una comunidad quiere te pone las facultades de veterinaria que le dé la gana, y el Ministerio de Educación no puede hacer nada”.
“Para un político es muy rentable decir que crea una Facultad de Veterinaria para que ningún canario se tenga que ir a la península a estudiar la carrera. Eso es populismo, pero prende. Y ya una vez que se ha creado una Facultad, ya no la cierran nunca, aunque no sea rentable ni útil, porque todos los interesados y sus familiares se volverían enemigos. Aquí hay una hipertrofia tremenda de estudiantes de Veterinaria. Aquí nos sobran veterinarios”.
“En España se forman más veterinarios que en Francia y Alemania juntos. Luego no tienen salidas y van a ocupar puestos de administrativos, bomberos, policías, con lo cual el gobierno se está gastando millones en gente que luego va a trabajar de bombero o policía”.
Cuesta mucho dinero cada alumno y muchos van a Inglaterra, donde hay algo de déficit. “Estamos formando veterinarios que cuestan una verdadera barbaridad para que se vayan a trabajar a otros países, y los que se quedan aquí ocupan puestos para los que no se necesita esa cualificación. Es decir, que han perdido cinco o seis años de su vida estudiando Veterinaria para luego ser conductores de autobús. Es que no hay plazas de veterinarios ni clínicas de pequeños animales suficientes para absorber esa cantidad de estudiantes de Veterinaria que salen de toda España. No se planifica porque cada comunidad es autónoma”.
Todo esto ha sido negativo para la profesión, fundamentalmente porque hay una burbuja como la hubo de la vivienda. “Hay una burbuja veterinaria: salen un montón a lo largo del año en nuestro país que no tienen colocación, con lo cual estamos perdiendo dinero de la manera más absurda”, dice Rodríguez.
María Castaño y la femenización
Por su parte, María Castaño hace hincapié en que hay más de 30.000 veterinarios en activo en España. “Hay una mala planificación educativa desde la escuela, desde primero de Bachillerato. Las leyes de educación van cambiando cada vez que llega un ministro nuevo, no hay consenso. Todos prometen pero nadie cumple. Los profesores están disconformes. Tendrá que pasar algo algún día”.
Eso da lugar –continúa- “a que haya muchos abusos. Como hay mucha necesidad de trabajar, coges a un chico que termina la carrera y lo pones a hacer guardia todas las noches, le pagas 600 euros y está ahí sin vacaciones ni nada. Hay exceso de oferta y el precio baja. Así, el precio de trabajo de los veterinarios ha bajado mucho. Si no lo haces tú lo hace otro por 50 euros menos al mes”.
“Hay que poner un poco de sentido común, pero no estamos en condiciones políticas para ello. Eso lo tienen que resolver los políticos, no los académicos. Nosotros tenemos que formar a los estudiantes que nos llegan y darles lo mejor. El político no está dispuesto a jugarse su puesto cerrando facultades porque es antipopular, se quedaría sin votos”.
El tipo de estudiante de Veterinaria ha ido cambiando. Primero no había mujeres y ahora son mayoría, recuerda María. “La primera Facultad de Veterinaria del mundo se creó en Lyon en 1762. La primera de España, en Madrid en 1793. El primer plan de estudios tenía dos años. En 1795 salieron los primeros veterinarios. Tenemos unos precursores de la profesión veterinaria, los albéitares, que empezaron con los Reyes Católicos en 1500. La albeitaría era un arte liberal y científico con muchos privilegios al final. Nosotros heredamos de los albéitares cosas buenas y cosas malas. Una de las cosas que influyó para que no hubiera mujeres es que, primero, se creó como una escuela de régimen militar y después se exigía un examen de herrado y forjado. Como asignatura curricular, hasta 1931, que empieza el plan Gordón (que fue ministro y presidente de la República en el exilio) hay una asignatura que se llama herrado y forjado. Para la mujer, que independientemente no podía ingresar por otros motivos sociales legales del país, el tema del herrado y el forjado era muy duro. Cuando pudo acceder la mujer fue a partir de 1912, que ingresaron a través del plan Alba, pero tenía herrado y forjado como asignatura, y se pasaron al plan Gordón, donde ya por primera vez fueron voluntarias esas asignaturas. En la Segunda República hubo hasta un 3 por ciento de mujeres, después de la guerra cayó el porcentaje, y más tarde hubo una llegada masiva de estudiantes en todas las universidades españolas cuando se instauró la democracia. Ahí subió la mujer hasta un 41 por ciento y ahora en casi todas las universidades españolas la mujer es el 74 por ciento. En los países nórdicos hay un 95 por ciento de mujeres. En las facultades de Veterinaria de Canadá hay un 99 por ciento de mujeres. Ésta era una profesión de hombres y ahora es mayoritariamente de mujeres. Se hizo un estudio de las motivaciones que tenían las mujeres para entrar en Veterinaria y las causas eran el cuidado y el cariño a los animales, la sensibilidad especial, saber que los animales pueden ser útiles para terapias humanas. Ese sentimiento ha movido a muchas mujeres, aunque luego la realidad cambia porque no se puede comer de las tortugas”.
“Hace pocas semanas nos han mandado una encuesta en la que se dice que en Europa el 60 por ciento de los veterinarios se dedican a pequeños animales y un 20 por ciento al funcionariado y otros a otras especies animales. Lo que sí se calcula es que ahora estamos al 50 por ciento de hombres y mujeres en toda Europa. En el Ayuntamiento de Madrid hay un 56 por ciento de mujeres en sanidad y agricultura, y la tendencia es que aumente. En la asociación nacional de pequeños animales hay casi un 70 por ciento de mujeres. Entre los mil primeros números del Colegio de Madrid hay 17 mujeres y ahora mismo hay un 56 por ciento de mujeres colegiadas, aunque de más de 50 años no hay prácticamente ninguna. La mujer tiene en su conjunto un sueldo menor que el hombre, tiene más tiempo parcial en sus horarios porque es la que sigue conciliando el horario con los cuidados de la casa y los hijos”, afirma Castaño Rosado.
Hace ocho años el perfil del veterinario era el de un hombre rudo de campo. Eso ha cambiado totalmente. Ahora, tres de cada cuatro son mujeres. Una de las razones fundamentales es que se exige una nota muy alta para entrar en Veterinaria y a esas edades las chicas tienen mejores calificaciones.
Medicina, si no tuviera la Seguridad Social, sería la carrera más cara. Y Veterinaria probablemente es la segunda. “Las prácticas son muy caras. Sería la enseñanza más cara de España y seguimos creando facultades. A los futuros graduados de Veterinaria habría que mandarlos a hacer otras cosas o al paro. Es increíble, no hay sentido común. Hay compañeros que emigran a Reino Unido, donde hay muchos españoles y portugueses. Donde hay más facultades de Veterinaria es en España, Italia y Portugal. En Lisboa hay tres facultades de Veterinaria, es la única ciudad de Europa donde hay tres. Y en Madrid hay dos. Son las dos únicas ciudades europeas con más de una Facultad de Veterinaria. En Valencia también hay dos. En el resto de las capitales europeas solo hay una Facultad. En París hay una. Suecia, Dinamarca, Finlandia y Noruega tienen una en todo el país. Holanda tiene también una sola. Alemania tiene cinco o seis. Las dos de Suiza se han reconvertido en una”, concluye Rodríguez Sánchez.